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Construir consensos para enfrentar los desafíos de la inseguridad

Mónica Xavier

Ex-senadora e ex-presidenta da Frente Ampla, no Uruguai

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El pasado mes de octubre tuvo lugar en nuestra ciudad de Montevideo el seminario “Democracia, Seguridad pública e Integración desde una perspectiva sudamericana”, promovido por el Instituto Nuevos Paradigmas y otras organizaciones con las que venimos intercambiando sobre la imperiosa necesidad que tiene nuestra región de estar más integrada para enfrentar los grandes desafìos de este tiempo.

Para realizar esta reflexión buscamos conjugar diferentes perspectivas posibles, que den cuenta de la compleja realidad de inseguridad y violencia que viven nuestras sociedades. Mientras tanto, las derechas tratan de simplificar este complejo problema que angustia a la ciudadanía, con respuestas punitivas como solución mágica. Sabemos que eso es un espejismo, que los problemas de fondo son complejos. Además necesitamos comunicarnos de manera sencilla para captar la atención de nuestras sociedades por demás polarizadas y que no están dispuestas a recibir complejas explicaciones.

También está claro que ya no existen soluciones  domésticas a las crisis de seguridad, que se volvió un tema transnacional. El crimen organizado se está internacionalizando mucho más rápido que los lentos e interrumpidos procesos de integración entre nuestros países. Las nuevas rutas y estrategias criminales transnacionales han generado este nuevo y complejo escenario en el sur de nuestra latinoamérica, especialmente en las periferias urbanas y en nuestras cárceles. Aumentan los barrios que se constituyen en verdaderos guetos del crimen organizado y las cárceles abarrotadas de hombres jóvenes y pobres que configuran verdaderas emergencias humanitarias.

Todos los participantes coincidimos en que, a las izquierdas nos ha costado mucho ubicarnos dándole la jerarquía que el tema tiene en nuestras agendas y proponer en consecuencia caminos integrales para enfrentarla.

Como resultado  de la lógica bélica impuesta por los Estados Unidos,  la llamada “guerra contra las drogas” la violencia en América Latina sigue aumentando. La región representa poco más del 8 % de la población, pero un tercio de los asesinatos del mundo ocurren aquí. Las organizaciones criminales se alimentan de la violencia y cuando la única respuesta del Estado es la represión, paradójicamente  aumenta la criminalidad, dejando a los ciudadanos expuestos al fuego cruzado.

Si no abordamos  la cuestión de la inseguridad con la centralidad que merece, las perspectivas de desarrollo nacionales y de la región no se lograrán, o se verán seriamente amenazadas y con ello mantendremos abiertas las heridas de desigualdad que nuestros pueblos padecen, lo cual nos da el triste privilegio de ser la región más desigual del mundo.

La seguridad debe ser esencialmente una política encaminada a proteger el derecho de las personas a una vida segura,  tendiendo a eliminar o reducir las amenazas, tomando en cuenta políticas públicas que tienen diferentes impactos en la sociedad.

A las estrategias nacionales se les suman las de los gobiernos subnacionales tengan o no  conferida responsabilidad legal por la seguridad pública. Estos gobiernos pueden hacer mucho  para garantizar ciudades seguras, especialmente para nuestras mujeres y para nuestros jóvenes, a quienes también hay que ofrecer perspectivas para que no sean segregados y desplazados hacia  los sectores más violentos.

La desconfianza de la gente hacia las fuerzas policiales está aumentando, lo que hace que muchos crímenes no se denuncien, pero los asesinatos no se pueden ocultar. La implementación de una policía de proximidad implica un modelo de seguridad pública, inspirado en la interacción con la comunidad creando un ambiente de cultura de paz y confianza. Una política de seguridad ciudadana  que desde una óptica de derechos integre diferentes áreas del Estado y que contemple la participación de la sociedad en su construcción, para que la ejecución del Estado sea la que corresponde a la singularidad del territorio. Para ello se deben generar mecanismos de participación y debe existir el compromiso de presupuesto adecuado e indicadores para medir las acciones.

Nuestras cárceles superpobladas y sin programas de rehabilitación, con jefes de los carteles apresados terminan organizando el delito y desde allí operando y captando adeptos. Experiencias de trabajo, culturales o deportivas  se han mostrado eficaces con jóvenes y adultos privados de libertad, ya que permiten la rehabilitación y reinserción en la sociedad una vez que adquieren la libertad teniendo la posibilidad de ser incluidos.

El tema de la comunicación y la violencia fue abordado por la importancia que tiene la reproducción del mensaje hegemónico.  A la polarización política, se le suma la polarización informativa, las que se alimentan mutuamente movilizando emociones. Todo ello se ve agravado por las informaciones falsas (Fake News) como un fenómeno que incide negativamente en el tratamiento de este tema. No resulta sencillo explicar cómo en países como los nuestros -que no hace tanto tiempo sufrían crueles dictaduras- hoy, las personas adhieren a propuestas autoritarias conculcando sus derechos humanos y constitucionales, con la promesa futura de disfrutar la libertad.

Los estudios de opinión pública sitúan  la seguridad en el primer o segundo lugar entre los principales problemas sociales de nuestros países debido a su impacto en la calidad de vida y los proyectos de las personas. Las derechas se apropiaron de los conceptos orden y  libertad, asignándole a las izquierdas una supuesta cercanía a la delincuencia y el consecuente alejamiento de las necesidades de las víctimas. En ese campo gana terreno el concepto de mano dura, en lugar de mano justa. Las izquierdas intentan con el concepto de convivencia generar confianza con la población, pero cuando los territorios están copados por las bandas delictivas, entre el miedo y la impunidad alejan o impiden la acción del Estado.

Este intercambio nos hizo concluir que hay que construir consensos para no amenazar los proyectos progresistas. Consensos que deben ser abarcativos del sistema polìtico dispuesto a participar, pero que debe incluir  además a las organizaciones no gubernamentales que se dedican a estos temas, a la academìa que aporta evidencia cientìfica en la cual basar las propuestas de polìtica pública y a la sociedad civil entre los que destacamos asociaciones de familiares y vìctimas de la delincuencia. La polarización nos coloca a la defensiva y opaca la jerarquización de otros temas tan o más importantes.

Quienes nos confieren la confianza del voto, depositan en ello una gran expectativa en propuestas que alumbren sociedades prósperas, integradas !no los defraudemos¡